Uno de los objetivos de la reforma universitaria es lograr la colaboración universidad-empresa a fin de proporcionar los conocimientos y habilidades necesarios para la integración plena y efectiva en el mundo laboral.
Sin embargo, la utilidad futura de los conocimientos a menudo es imposible de predecir dada la rápida evolución de la economía global, la ingente cantidad de información generada y la imposibilidad e procesarla toda para convertirla en conocimientos.
En realidad, estamos inmersos en un proceso de reconstrucción de las formas de saber y de enseñar, de incorporación de nuevas formas y maneras, y, en definitiva, de reconocimiento de fortalezas y debilidades en el proceso educativo. Todo ello en medio de una crisis económica que obliga a una fuerte reducción de presupuestos en varias universidades norteamericanas y anglosajonas (Harward, California, ...).
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