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miércoles, 27 de mayo de 2009

La formación virtual, un valor en alza

School News, se hace eco de un informe realizado por Catherine Cavanaugh, profesora asociada en la Universidad de Florida, que ve con buenos ojos la adopción de formación virtual en sí misa o como complemento en las escuelas.

El informe indica que el costo promedio nacional por alumno en una escuela pública tradicional norteramericana, en 2006 (año más reciente del que dispone de datos), fue más de 9.100 dólares anuales, mientras que, en 2008 (según una encuesta virtual a 20 escuelas de 14 estados) y en modalidad de aprendizaje virtual, este coste fue de 4.300 dólares. En ambos casos, las estimaciones de costes incluyen el desarrollo del curso, la enseñanza, y los gastos administrativos y técnicos.

El informe constata que la formación virtual reduce costes en instrucción, tecnología, desplazamiento, administración, …, al tiempo que aporta una mayor diversidad en la oferta de cursos disponibles, haciendo aumentar su valor añadido. De hecho, el número de profesores para impartir a través de e-learning está creciendo conjuntamente con el número de estudiantes que se matriculan en ellos, mientras que las instituciones educativas han comenzado a incluir los componentes de formación virtual para sus docentes. Por ello, considera que, en la próxima década, se producirá una explosión en el uso de la enseñanza virtual. Aporta como dato que el número de estudiantes de K-12 (secundaria) recibiendo cursos en línea pasó de unos 200.000 en 2001 a casi 2 millones en 2007, y sugiere que el número podría llegar fácilmente a ser de varios millones en 2012.

Partiendo de los diferentes estilos de aprendizaje que tienen los estudiantes, el informe sugiere que cada alumno podría optar por la modalidad que le resulte más eficiente: presencial, virtual o mixta.

martes, 2 de septiembre de 2008

Estilos de aprendizaje y e-learning

Son varias las webs que estos días hablan de estilos de aprendizaje desde distintos puntos de vista que van desde reconocerlos como fundamentales a decir que no son relevantes en el proceso. La verdad es que es un tema controvertido.

Entiendo que los conocimientos se adquieren en un proceso educativo que está permanentemente abierto o bien en un proceso formativo cerrado -un curso se inicia y finaliza- que sectoriza esta adquisición –formación profesional, continua, de adultos…-, permite establecer metas y obtener resultados concretos.

En este contexto, aprender implica haber actuado frente a los problemas que presenta la vida diaria, produciendo un cambio -con vocación de permanencia- en la capacidad humana, en el que la memoria -persistencia de los conocimientos a lo largo del tiempo- es un recurso esencial en la codificación de la información, que en algunos casos se produce automáticamente, y en otros, en cambio, requiere de la intención del sujeto para organizar el significado en fragmentos o jerarquías.

La importancia de considerar los diferentes estilos de aprendizaje de los alumnos ha sido ampliamente analizada y son varios los estudios que confirman su relación con el éxito académico, ya que parece suficientemente probado que los estudiantes aprenden con mayor efectividad si se les enseña con sus estilos de aprendizaje predominantes (Alonso, Gallego y Money, 1999). Sin embargo, en los resultados no sólo influye el estilo de aprendizaje del alumno sino también el estilo de enseñar que tiene el profesor/tutor/instructor y la compatibilidad entre ambos y, por supusto, de la motivación y del entorno en el que se produce.

Los profesores, explícita o implícitamente, mediante técnicas de observación, tratan de conocer las formas de aprender que tienen sus alumnos, para adaptar su manera de enseñar en las áreas y ocasiones que sea necesario para poder alcanzar los objetivos previstos (Alonso, Gallego y Money, 1999).

Aplicado al campo educativo, se puede comprobar que un alumno/tipo –de educación presencial o a distancia-, con el tiempo, ha desarrollado una capacidad de aprendizaje. Sabe cómo ha de interactuar con el profesor y los otros alumnos y cómo ha de superar las distintas pruebas. Esto le da seguridad en sí mismo.

En cambio, en un curso a través de e-learning, los alumnos necesitan otras habilidades para poder aprobar. El éxito depende de la motivación personal y, sobre todo, de la tenacidad. Cuando un profesor/tutor/instructor tiene un bajo concepto del alumno, éste lo suele percibir, acaba creyendo que es realmente así y puede comportarse como un mal alumno, creándose un conflicto evidente ya que el docente no cambiará de opinión si no ve resultados positivos, mientras que el alumno no mejorará si no le indica sus limitaciones y no le ofrece ayuda -algo que no siempre se percibe claramente en un proceso de aprendizaje contructivista-.

Bandura (1977) considera que el alumno anticipa el resultado de su conducta partiendo de las creencias que tiene y de las valoraciones que hace sobre sus propias capacidades, es decir, genera expectativas de éxito o de fracaso –no siempre ajustadas a la realidad- que inciden directamente sobre su motivación y rendimiento –automotivación, abandono, …-.

La motivación es la suma de importancia de la tarea y posibilidades de éxito a criterio del alumno. Es él quien valora en función de diversos factores como son las metas de aprendizaje, los patrones de atribución causal, las expectativas de logro, la percepción de competencia -autoeficacia y control- y la reacción hacia la tarea -ansiedad, orgullo, vergüenza, culpa, ira-, los ambientes de aprendizaje y el sentido de pertenencia grupal.

Determinar cuáles son las variables más determinantes para el logro de aprendizajes en e-learning es muy difícil, sobre todo, porque se está pretendiendo valorar aspectos eminentemente humanos y consubstancialmente indeterminables en función del libre albedrío y de la propia condición humana. Aún así, los resultados de distintos estudios (Millward Brown, 2005; Estudio General de Internet (EGI), 2005) permiten afirmar que los contenidos didácticos -más que la forma cómo se imparten- resultan decisivos para la motivación del alumno.

Pero además de motivación, es necesaria una capacidad para poner y mantener la atención en el objeto de estudio, un proceso cognitivo, inicialmente reflejo e interactivo con el ambiente, que está condicionado por factores como la selección del emisor de la información que, acorde con el contexto y la sintonía, facilita y optimiza la percepción, el número de procesos de atención que se pueden mantener con buena calidad, los ciclos de actividad y descanso requeridos por nuestro organismo, el grado de interés, significado y valor de la actividad -tomando como referencia su experiencia previa- y el tiempo promedio de atención en la ejecución de una actividad, sin supervisión ni otros estímulos cambiantes o distractores en el ambiente.

El sistema cognitivo del sujeto recibe, percibe y recupera una información que permite pensar -formar conceptos, resolver problemas, tomar decisiones y emitir juicios con eficacia- y comunicar –compartir significados- con los demás. Las personas adquieren conocimientos de formas distintas y buscan las estrategias cognitivas que les ayudan a dar significado a la nueva información. Estas formas de recopilar, interpretar, organizar y pensar sobre la nueva información son los llamados estilos de aprendizaje (Gentry, 1999), unos rasgos cognitivos, efectivos y fisiológicos, que actúan como indicadores relativamente estables, de cómo los alumnos perciben, interaccionan y responden a sus ambientes de aprendizaje (Keefe, 1988), constituyendo una descripción de las actitudes y comportamientos que determinan la forma preferida de aprendizaje del individuo (Honey y Mumford, 1992).

Ante una determinada información, se puede conceder importancia y centrarse en los aspectos detallados, en los lógicos, en los teóricos o en los prácticos. Hay quien prefiere aprender solo y quien necesita estar próximo a sus referentes: compañeros o profesor (Davis, 1993). En este sentido, Dewey (1938) considera que se aprende mejor cuando se incluye un componente de experiencia en el proceso de aprendizaje, mientras que Lewin (1951) prioriza un entorno de aprendizaje activo, y Piaget (1971) concluye que la inteligencia es un aspecto del dinamismo entre persona y el contexto.

Honey y Mumford (1992), analizando el comportamiento de los alumnos, determinan que éstos pueden tener, básicamente, cuatro estilos de aprendizaje: activista, reflexivo, teórico y pragmático, pero sea cuál sea el estilo que tenga el alumno, en el aprendizaje existen unos elementos comunes a todos ellos que se han de mantener: integración personal de los conocimientos, interrelaciones y significatividad (Selmes, 1986 cit. García-Pineda 1999).

lunes, 26 de mayo de 2008

¿Correr detrás de la pelota o lanzarla para que corran?

Jordi Adell, profesor de la Universidad de Castellón, utiliza un símil futbolístico para describir el proceso de aprendizaje. Dice: hay varias maneras de jugar al fútbol. Una, correr tú detrás de la pelota. Otra, lanzarla para que sean ellos los que corran.

Es cierto, el profesor debe lanzar la actividad –pelota- para que sean los alumnos quienes vayan tras ella. Pero ¿cuál es la solución para el caso de que la lances y no corran?

Cuando comentas que los alumnos no se implican lo debido, obtienes una respuesta invariable: las actividades están mal planteadas. Y dices: de acuerdo, pero ¿tú cómo lo harías? No te sorprende, en absoluto, que te ofrezcan las mismas soluciones que tu ya has aplicado y no han funcionado.

De hecho, quienes poseen adaptabilidad y priorizan la innovación tecnológica suelen considerar que el problema está en que se utilizan métodos tradicionales no acordes con la nueva mentalidad y hablan de las bondades de blogs, wikis, …. Quienes prefieren métodos contrastados consideran que, en general y excluyendo los nativos digitales, aún no hemos asimilado los cambios y cuestionan la eficacia de algunas de éstas herramientas que se están popularizando.

En realidad, ninguna de las aplicaciones 2.0 utilizadas con fines educativos es suficiente por si misma. Todas tienen fortalezas y carencias que reclaman complementariedad con otras. Algunas de ellas, como la pizarra digital, son utilizadas por profesores, en cambio, otras como el wiki son más indicadas para el trabajo colaborativo de los alumnos. Y, sin embargo no son excluyentes en una misma acción educativa dentro de un contexto determinado.

La elección de la tecnología, no debe realizarse buscando estímular la participación, sino en función de la consecución de los objetivos pedagógicos marcados y de unos elementos inicialmente determinados e inamovibles como son: período de tiempo, tema, audiencia y recursos disponibles.

La motivación debe realizarse, es cierto, pero en un estadio posterior cuando ya se ha tenido ocasión de comprobar los intereses y estilos de aprendizaje de los alumnos.

sábado, 3 de mayo de 2008

Uso de los estilos de aprendizaje en el espacio virtual

Se ha publicado on-line el número uno de la Revista de Estilos de Aprendizaje, que entre otros, publica un interesante artículo sobre el uso de los estilos en el espacio virtual.
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