Estos días, George Siemens ha reabierto la polémica sobre la educación abierta, mostrando su desencanto con el estancamiento de la evolución de la misma y reclamando una actitud más ideológica y radical.
David Wiley le responde abogando por la moderación, considerando que la educación abierta no debe ser un concepto ideológico sino más bien una construcción funcional o utilitaria.
D'Arcy Norman aporta realismo en su respuesta, relata el pragmatismo de los docentes preocupados por el día a día y asegura que no ve la forma de relanzar el tema.
Personalmente creo que es un movimiento necesario pero aún muy embrionario. Hay unos modelos actuales que deben ser tenidos en cuenta. Unas necesidades reales que hay que abordar y que no son las mismas en todas partes. Una financiación del modelo que debe ser resuelta y no precisamente en base al altruismo, sino por parte de los gobiernos, convencidos de que es un tema de interés general y prioritario.
Por ello, como les digo en mi respuesta, para que el modelo prospere, además de crear la argumentación teórica, es necesario resolver la financiación y el retorno de la inversión, y posteriormente idear una campaña de difusión a gran escala.
Por su parte, Graham Attwell, en su blog, recoge todos los puntos de la polémica y aporta nuevos datos además de su particular visión, igualmente llena de desencanto.
¿Hay verdaderamente razones objetivas para tanto desencanto?
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