La web 2.0 ha producido, además de una superabundancia de información, una suprabundancia de llamadas a la interacción cuyos resultados han de servir para consolidar los diferentes intereses de quienes las promueven y, por descontado, pueden ser también utilizadas por quienes participan en tanto que actores.
Ocurre, sin embargo, que quienes promueven (cursos, talleres, debates, …) y quienes participan en estas convocatorias, en la mayoría de los casos, suelen ser las mismas personas. Los temas tratados, que difieren poco entre sí, no son de interés para la gran mayoría de docentes que realizan su trabajo diario, muchas veces con pocos medios, y han de utilizar su tiempo y su creatividad en ello. A ellos, a diferencia de los investigadores, contar sus experiencias y escuchar otras similares, no les aporta nada relevante.
¿Qué ocurre? Pues, que las conversaciones se producen en un círculo cerrado, entre iguales, con un mismo modo de ver las cosas y se entra en vía muerta.
Deberíamos tener en cuenta algunos aspectos:
- Antes de convocar cualquier evento, comprobar cómo han ido otros similares y cuáles han sido sus fortalezas y sus debilidades.
- Una vez convocado, comprobar cuál es el porcentaje de nuevas inscripciones, al margen del núcleo de habituales.
- Durante su desarrollo, comprobar cuántas veces es necesario reclamar la intervención, y en qué porcentaje y porqué estas llamadas resultan inútiles.
- Analizar y atender todas las críticas que se producen durante y después del proceso ya que es la única vía que permite evolucionar de forma positiva.
- Ofrecer algo relevante como contrapartida al esfuerzo que los demás dedican a la investigación del convocante.
- Añadir restricciones implica reducir aún más la ya escasa participación.
- No olvidar que el filtro del éxito está en el grado de motivación de los participantes.
En inglés, aquí
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