Parece que la crisis económica potencia la formación a través de e-learning. Y que eso es así porque básicamente rebaja los costes, al margen de que pueda aportar o no mayor calidad.
Hace una década, con la llegada de la web 1.0 fueron muchas las empresas e instituciones que adoptaron la fórmula y realizaron grandes inversiones en este campo. Sin embargo, tras el entusiasmo inicial hubo un estancamiento que la web 2.0 no ha sido capaz de remontar.
Andrés Pedreño, Director del Instituto de Economía Internacional de la Universidad de Alicante, en el Encuentro Inventando la Universidad 2.0, celebrado en la sede del Palacio de La Magdalena de la UIMP, el pasado 10 de agosto, dio algunas claves sobre el porqué la web 2.0 no acaba de ser incorporada al mundo universitario y empresarial.
La web 1.0 fue fácil de introducir porque se adaptaba bien al modelo existente y, además, daba buena imagen adaptarse a ello. Es decir, las nuevas tecnologías resolvían problemas operativos importantes básicamente de gestión burocrática, pero, de alguna manera, se utilizaban para parcelar y comercializar el conocimiento en espacios cerrados.
Sin embargo, la red, al margen de los modelos por los que apostó la vieja economía, siguió trabajando en una línea distinta que implicaba gratuidad, apertura, máxima difusión, colaboración, innovación, esquemas ágiles de relación social (redes sociales), …, es decir, la web 2.0, caracterizada por la velocidad de innovación y su capacidad masiva e integradora.
A diferencia de la web 1.0 que mantiene el trabajo pasivo, los grupos cerrados de investigación, con escaso compromiso social, la 2.0 propicia un trabajo activo, grupos abiertos e intercambio de conocimientos en la red, … No es de extrañar, por tanto, las reticencias al cambio.
La universidad, por ejemplo, se mantiene como inmigrante digital con un comportamiento de minusvaloración por las nuevas tecnologías. La docencia apenas ha sido contaminada por la web 2.0. Blogs, wikis o redes no han calado suficientemente y no se asumen de forma masiva.
Y lo cierto es que, pese a la indecisión en cuanto a su adopción, la red sigue trabajando. Por tanto, no tenemos tiempo para debates estériles y se hace necesario incorporar modelos experimentales, que pueden ser temporales y de bajo coste, si se quiere ir acorde con lo que demanda la sociedad.
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Fuente: UIMP2.0